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En nuestro país la actividad hortícola se caracteriza por su amplia distribución geográfica y por la diversidad de especies que produce. Es un sector importante que tiene la capacidad de satisfacer la demanda interna y participa de manera importante en la conformación del PBI. Sin embargo, para que los alimentos lleguen a la mesa del consumidor inocuos y en buenas condiciones, es imprescindible el cuidado de los mismos en toda la cadena productiva.

De todos los productos hortícolas producidos sobresalen, por su importancia económica, la papa, tomate, cebolla, batata, zapallo, zanahoria, lechuga y ajo; los cuales representan el 65% de la producción (INTA, SAGyP). Algunos de estos son producidos a campo en grandes extensiones mientras que otros se realizan bajo cubierta en invernaderos, lo que permite extender sus periodos de crecimiento y situarlos en regiones donde, sin esta tecnología, sería más difícil su producción. Esta característica se observa principalmente en los “cinturones hortícolas”, los cuales se encuentran cercanos a los centros de comercialización urbanos como mercados mayoristas, donde se comercializa la mayor parte del volumen de hortalizas producidas.

La cadena de producción hortícola implica diversas etapas antes de llegar al consumidor, entre ellas: siembra, cosecha, acondicionamiento, manipulación, fraccionamiento, empaque, almacenamiento y transporte. Si bien durante todo el período de crecimiento de los cultivos es indispensable que se realice el manejo integrado de plagas y enfermedades así como de malezas siguiendo las buenas prácticas agrícolas, respetando las dosis y períodos de carencia establecidos en la etiqueta de cada producto; el período poscosecha de los cultivos es donde se producen las mayores pérdidas de la producción. Esto se debe principalmente al corto período de perecibilidad que poseen algunas de las hortalizas mencionadas, por lo cual, los cuidados que se realicen luego de la cosecha serán determinantes para lograr productos de calidad en la mesa del consumidor. Esta característica impone la necesidad de la distribución rápida en los centros de consumo, y explican la mayor complejidad de la comercialización de estos alimentos, a diferencia de otras actividades agrícolas.

En primer lugar es imprescindible que la manipulación, fraccionamiento y empaque, luego de la cosecha, sea cuidadoso, evitando dañar los productos cosechados. La mayoría de las pérdidas de poscosecha resultan de la invasión y descomposición del producto por microorganismos, sin embargo, el daño físico ocasionado por un mal manejo puede predisponer al producto a tales ataques. Un producto que presente cortes o magulladuras es la puerta de entrada para el desarrollo de patógenos como hongos o bacterias que dañaran los alimentos. Los hongos son los principales agentes de deterioro de las frutas y verduras, su control es posible mediante la aplicación de fungicidas en las dosis adecuadas, según lo indique su etiqueta. Existen diversas formas de aplicar estos productos, algunos se realizan mediante soluciones con agua, mediante pulverizaciones o inmersiones, en otros casos los productos pueden aplicarse en forma de fumigaciones en espacios cerrados. Existen muchos productos destinados a controlar el daño poscosecha, en los casos en los cuales se recurra a la aplicación de alguno de ellos será indispensable utilizarlos de acuerdo a como lo indique su etiqueta, con el debido equipo de protección personal y comprobar que el mismo se encuentre registrado en el SENASA para el cultivo al cual queremos proteger.

Asimismo es importante que el transporte de los alimentos se realice de manera cuidadosa, minimizando las sacudidas y los movimientos bruscos, manteniendo en todo momento una temperatura y humedad adecuada para la conservación de los alimentos hasta la llegada a los centros de comercialización.

Las frutas y verduras deben recorrer un largo camino para llegar a la mesa del consumidor en condiciones óptimas e inocuas. Mantener los recaudos necesarios para que este camino se realice de manera correcta y responsable permitirá lograr más y mejores alimentos disponibles para los consumidores, garantizando la inocuidad y calidad de los alimentos consumidos.