Comunicación y las Redes Sociales para la visibilidad

Por el Lic. Federico Landgraf, Director Ejecutivo de CASAFE


Cada fin de año es un momento clave para realizar balances y para planificar cómo seguir en la etapa que viene. La primera reflexión tiene que ver con que si bien hasta hace no mucho tiempo se subestimaba el valor de las redes sociales como herramientas para la consolidación de una imagen de marca, de empresa o de institución, hoy en día se ha demostrado que son un eficiente -e indispensable- canal para vincularse con la sociedad y construir identidades.

Es por eso que la estrategia de Comunicación de este 2015 puso especial interés en incrementar los seguidores de Twitter y de Facebook de nuestra entidad, logrando aumentos del 200 y 400% respectivamente.

Al mismo tiempo se mantuvieron activos los canales más tradicionales de comunicación como la página web (que fue rediseñada) y la realización y publicación de un video sobre las jornadas a campo con el Minagri (que tuvo más de 2.400 visitas) y otro sobre categorización de glifosato por el IARC (con más de 32.000 visitas), entre otras cosas.

La estrategia de visibilidad también llegó, este año, a los más chicos, ya que la historieta “Mati y Rufo”, fue leída por más de 26.000 alumnos de todo el país que se familiarizaron con la importancia de los productos para la protección de cultivos, las BPA y también conocieron la existencia de nuestra institución, junto con sus maestros que son replicadores y formadores locales de opinión. De este modo creemos haber llegado a un gran abanico de público objetivo que habrá que fidelizar con nuevas y constantes acciones.

La segunda reflexión es que resulta innegable que el sector agropecuario está cada vez más comprometido con el cuidado del ambiente y de la salud, y desde Casafe impulsamos una serie de acciones en consonancia con esta forma de abordar la producción.

Una de ellas es el programa AgroLimpio, dedicado a recolectar y reciclar envases de fitosanitarios y que apunta a evitar la contaminación por restos de estos productos y a cuidar la salud de las personas involucradas en la aplicación. Este año se alcanzaron más de 2.400 toneladas.

Otro ejemplo de nuestro trabajo lo da el programa Depósito OK que certifica las medidas de seguridad de los depósitos de productos fitosanitarios y que se realiza en un marco del Convenio de Cooperación Técnica con el IRAM. En 2015 se auditaron 220 depósitos, superando los 200 programados. Ambos programas son una muestra de la preocupación de Casafe por contribuir al cuidado ambiental fortaleciendo la importancia de las Buenas Prácticas Agrícolas, BPA.

En consonancia con estas medidas, las 59 capacitaciones realizadas por Casafe durante 2015 trataron principalmente estos temas en encuentros realizados en Córdoba y Buenos Aires, mientras que a pedido de los gobiernos de Chaco, Río Negro, Tucumán y Santa Fe se llevaron a cabo jornadas sobre Almacenamiento y Transporte Responsable de Productos Fitosanitarios en estas provincias. Como todos los años, también se organizaron 10 demostraciones a campo de aplicaciones en sinergia con el MINAGRI, porque creemos que es en la puesta en práctica en terreno donde se ven los resultados concretos.

Este detalle de acciones realizadas por Casafe refleja el compromiso que ha asumido nuestra institución en colaborar con la eficacia de la producción agropecuaria con una mirada sustentable y de respeto por el ambiente y todos los seres vivos que lo habitamos. Es un compromiso que renovamos todos los años y que este 2016 volverá a estar presente en nuestro accionar de cada día.

 

Laboratorio vs. Naturaleza: mitos y verdades


Los productos químicos, ¿son siempre más tóxicos que los naturales? Y lo que existe en la naturaleza, ¿siempre es bueno para el ser humano?


Es muy común escuchar el adjetivo “natural” para referirse a productos que por el solo hecho de provenir de la naturaleza se toman como intrínsecamente buenos para la salud, mientras que todo producto de laboratorio es acusado de ser nocivo. ¿Pero realmente es así?

Según lo que explicó a Casafe la Dra. Mirta Elena Ryczel, médica toxicóloga, estos conceptos deben ser revisados ya que en la naturaleza también existen productos que resultan muy tóxicos si se ingieren o inhalan. “Todos los productos que se encuentran en el mercado y en la naturaleza pueden ser tóxicos, esto depende fundamentalmente de la dosis, del peso, de la edad y de la salud de la persona que los ingieren, entre otras cosas”, explica.

Cabe aclarar que no nos referimos en esta nota a los productos que por haberse puesto en mal estado dañan a quien los consuma, sino a productos naturales que en sí mismos representan un peligro para la salud. “Creyendo que la nicotina es más inocua que ciertos insecticidas, muchas personas tienen la costumbre de remojar durante varios días el tabaco de dos o tres cigarrillos para después aplicar el líquido en sus macetas”, destaca la especialista, al tiempo que enumera ciertas plantas domésticas como peligrosas para la salud: potus, calas, filodendrum.

Lo grave de la creencia de que todas las plantas son buenas en sí mismas, es que una ingesta equivocada puede causar desde irritaciones en la piel hasta intoxicaciones importantes con convulsiones y trastornos cardíacos y neurológicos, como puede ocurrir con aquel que toma el jugo de ruda como antiparasitario. Otro ejemplo es el de colocarse en la piel hojas o jugos para broncearse: si bien parece algo menor, muchas plantas al ser expuestas al sol pueden generar reacciones de fotosensibilidad de consideración.

Acerca de la terminología

Ahora bien, más allá del uso coloquial de las palabras, ¿a qué se llama específicamente producto químico? “Todas las sustancias conocidas naturales o sintéticas son productos químicos”, aclara la especialista. “El agua es un producto químico, al igual que el aire que respiramos y todo producto químico pose algún grado de toxicidad, la variable importante es la dosis a la que estemos expuestos”.

De este modo, dado que -por ejemplo- el monóxido de carbono está en la naturaleza, nos intoxicaremos con él dependiendo de la cantidad de oxígeno que esté o no presente cuando respiramos y de las precauciones que tomemos al tener artefactos encendidos. En cuanto a los medicamentos, la clave es seguir correctamente las indicaciones del médico y con respecto a los productos de uso doméstico es fundamental tenerlos bajo resguardo, lejos del alcance de los niños, en envases que los identifiquen correctamente.

“Cuando pensamos en productos tóxicos generalmente nos concentramos en venenos y no evaluamos la cantidad de productos que en un uso excesivo o descuidado también puede serlo, como los insecticidas de uso doméstico o los que aplicamos a nuestras mascotas”, describe la Dra. Ryczel. “La mayoría de las personas piensa que solo los productos utilizados en el campo o en las industrias pueden tener toxicidad y causarnos deterioro en la salud, pero no tienen en cuenta los que usamos a diario en nuestros hogares”.


 

La importancia de la Receta Agronómica

La figura del ingeniero agrónomo es de vital importancia a la hora de la aplicación de productos fitosanitarios. Y la receta agronómica, un documento legal.


Los productos fitosanitarios son una herramienta clave para el Manejo Integrado de Plagas de los cultivos ya que los  protegen –justamente- de plagas, enfermedades y malezas. El desarrollo de estos productos implica muchos años de investigación y para una aplicación eficaz son indispensables las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) que garantizan un uso seguro y responsable.

En este contexto resulta fundamental el asesoramiento de un ingeniero agrónomo, matriculado y capacitado en este tema. Una vez que se haya decidido realizar una aplicación en el marco de un tratamiento sanitario,  el profesional debe asesorar sobre la elección del producto, la compra, el transporte hasta el campo, su almacenamiento, aplicación y disposición final.

RECETA MAGISTRAL

Según la legislación de cada provincia, el ingeniero agrónomo deberá elaborar una receta agronómica de expendio y/o aplicación sobre la base del diagnóstico que haya hecho del campo a tratar. 


La prescripción de la receta agronómica pueden realizarla aquellos profesionales matriculados que hayan cumplido con los cursos obligatorios de capacitación  o actualización y, en algunos casos, también será necesario que estén inscriptos en el registro de asesores fitosanitarios.

Las recetas de expendio son aquellas que el profesional realiza para la adquisición de los productos fitosanitarios, mientras que la receta agronómica es aquella donde se detallan todas las indicaciones que se deben considerar al momento de la aplicación. En ella pueden figurar los siguientes datos: nombre y firma del profesional, número de matrícula habilitante, cultivo a tratar, diagnóstico, lugar, fecha de aplicación, marca comercial del producto, principio activo, dosis y recomendaciones en cuanto a las condiciones climáticas, entre otros. Es importante resaltar que la receta agronómica también es un documento legal ante posibles reclamos o casos de mala praxis. En caso de incumplimiento de las leyes o de acciones fraudulentas como la adulteración de recetas, el profesional es pasible de recibir algún tipo de sanción, conforme a la normativa local aplicable en cada caso.



 
Nuestros alimentos son seguros

Muchas personas piensan que existe algún riesgo al ingerir alimentos que provienen de granos que fueron producidos con agroquímicos. Sin embargo, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de la Argentina (Senasa) asegura que se pueden consumir con seguridad.

La afirmación la realizó el ingeniero agrónomo Alejandro Fernández, director de Higiene e Inocuidad en Productos de Origen Vegetal y Piensos, quien habló con Casafe sobre cómo el Senasa preserva la salud de la población a través del cuidado de los alimentos.

“Los productos fitosanitarios son herramientas de la producción de alimentos, especialmente de origen vegetal, para controlar plagas, enfermedades y malezas que dañarían el cultivo o el alimento producido. Cuando un agroquímico es aplicado sobre el vegetal, cantidades del producto se depositan en él pudiendo ser absorbidas o quedar en su superficie; cuando son aplicados al suelo, pueden ser absorbidos por la planta. Estas cantidades iniciales que quedan de un producto fitosanitario se reducen a medida que transcurren los días desde que se aplicó hasta que se consume”.

Casafe: Y luego, desde la planta o desde la tierra ¿pueden llegar a los alimentos?
Alejandro Fernández: En ocasiones la reducción de ese residuo es tal que no quedan cantidades que se puedan detectar, podría decirse que no quedan residuos. Sin embargo, es posible que una pequeña cantidad persista en el alimento al momento de ser consumido. A esta porción menor de agroquímico se la llama residuo y su presencia está regulada en niveles que aseguren que no representan un peligro para la salud.

¿Cómo trabaja el Senasa para detectar los residuos?
AF: La posibilidad de la presencia de un residuo en el alimento se toma en cuenta cuando se autoriza el uso de todo agroquímico. Como autoridad responsable del registro de los fitosanitarios, el Senasa realiza ensayos y evaluaciones exhaustivas para determinar la cantidad máxima que se puede tolerar de un plaguicida en un alimento de modo que no produzca ningún daño a la salud. Esa cantidad máxima se regula por norma y se conoce como límite máximo de residuo (LMR). Una vez que se fija el LMR, una persona puede consumir un alimento todos los días de su vida y no le producirá un efecto perjudicial o daño a su salud.

¿Cuáles son los parámetros para establecer el LMR?
AF: Está basado en tres aspectos: la práctica con la cual se utiliza el plaguicida, denominada Buena Práctica Agrícola (BPA); la toxicidad del fitosanitario que indica su peligrosidad; y la ingesta por parte del consumidor de un alimento que puede contener residuo del agroquímico.

Por lo tanto se hacen evaluaciones de laboratorio y de los efectos en el consumo.
AF: Sí. Extensos estudios y datos sobre los productos fitosanitarios son destinados para su evaluación. Así se dispone de la información de toxicidad aguda, estudios de alimentación a corto plazo, estudios de alimentación a largo plazo y estudios bioquímicos (cómo se absorbe, cómo se distribuye en el cuerpo, cómo se elimina, cuánto tiempo persiste en el organismo y el ambiente, cómo se metaboliza y qué resulta de su metabolización, entre otros) y estudios acerca de efectos específicos sobre la salud a mediano y largo plazo, como carcinogenicidad, entre otros.

El objetivo general de la evaluación de toda esta compleja información es determinar una dosis sin efecto adverso observado (NOAEL), es decir, el nivel de plaguicida que no produce ningún daño y sobre este valor tomar un margen de seguridad para determinar la Ingesta Diaria Admisible (conocida como IDA por su sigla) y, cuando corresponda, la Dosis de Referencia Aguda (conocida por su sigla como DRfA). La IDA es la cantidad de un plaguicida que un consumidor puede ingerir diariamente durante toda su vida sin riesgo para su salud, en tanto que la DRfA tiene el mismo resultado pero para el caso de una sola ingesta.

¿Estos índices son similares al LMR?
AF: Ambos índices (IDA y DRfA) son tomados como base para fijar un LMR y ambos ya son “100 veces menores” (factor de seguridad) a la dosis que la información del plaguicida indicaba que no produce efecto adverso o daño a la salud, el NOAEL.
Pero todo parte de las Buenas Prácticas Agrícolas, es decir el uso de fitosanitarios de manera de que deje como residuo la concentración mínima posible. Los LMR basados en las Buenas Prácticas Agrícolas son generalmente inferiores a los que podrían basarse en datos toxicológicos (IDA y DRfA) ya que de ese modo se logra un nivel de protección mayor al consumidor.

El proceso del grano al alimento es largo. ¿Cómo hace el Senasa para garantizar la inocuidad de los alimentos a través de toda la cadena?
AF: Para asegurar la inocuidad de los alimentos se establecen normas, procedimientos y prácticas que deben ser cumplidas por todos los agentes que integran la cadena agroalimentaria y desarrollan actividades productivas, de almacenamiento, transporte, manipulación, transformación y comercialización, lo que se verifica mediante las actividades de control que ejecutan los diversos organismos competentes.

Respecto de los productos de origen vegetal en las cadenas agroalimentarias, no sólo el Senasa adopta medidas y ejerce su competencia sobre los residuos en alimentos.

Para verificar si se cumple con la buena práctica agrícola y la de manufactura existe un Sistema Nacional de Control de Alimentos, integrado por el Estado Nacional y sus órganos de control como el Instituto Nacional de Alimentos (INAL) y el Senasa, las provincias y los municipios a través de órganos competentes.

¿Ha ocurrido de detectar químicos nocivos para la salud? ¿Qué se hace en ese caso?
AF: En caso de producirse un exceso del LMR, el Senasa comunica los resultados al responsable del producto, requiriéndole que indique las razones por las cuales se produjo un exceso de residuo. Se visita el establecimiento productivo y se verifican las medidas correctivas, informando las prácticas agrícolas correctas a fin de prevenir próximos excesos.

El productor ingresa a la denominada fase de vigilancia que consiste en la etapa del control en la que se realiza un muestreo dirigido, quedando el lote o partida muestreada intervenida a la espera de los resultados del laboratorio. Esto se realiza sobre cinco lotes consecutivos de producción, empaque o comercialización. Los lotes cuyos resultados de análisis de muestras hayan superado los límites máximos establecidos, son destruídos.

Asimismo, puede disponer de la aplicación de las medidas previstas en las normas, tales como suspensión, clausura, multas y otras sanciones.

En el caso de detectarse sustancias prohibidas, además de aplicar las medidas descriptas, se realiza la verificación de existencias del producto prohibido y la rastreabilidad del origen de compra-venta. Esto ha ocurrido en detecciones de endosulfan (prohibido en julio de 2013) en cuatro muestras durante los planes de muestreo del 2014 y sólo en una oportunidad en 2015. No se han detectado otras sustancias como consecuencia de usos prohibidos.

Podemos concluir que está todo controlado…
AF: Sí. Los diferentes agentes responsables de las cadenas agroalimentarias, tanto en las etapas de producción como en las de almacenamiento, transporte, elaboración, etc., deben aplicar buenas prácticas con responsabilidad respetando las normas y estándares establecidos para ofrecer a los consumidores alimentos inocuos.

El rol de los organismos del Estado, a diferentes niveles de competencia –nacional, provincial y municipal– es el de verificar y vigilar el cumplimiento de las normas establecidas, exigiendo las medidas preventivas necesarias y tomando intervención con las medidas correctivas que cada caso requiera.

En lo inherente al Senasa y a la preocupación creciente sobre la presencia de contaminantes químicos en los alimentos de origen vegetal, los monitoreos o muestreos que se realizan no dan como resultado niveles de residuos de agroquímicos que superen los LMR con una frecuencia que amerite adoptar medidas restrictivas sobre productos fitosanitarios o los alimentos, más allá de implementar algunos muestreos dirigidos y resaltar la importancia del cumplimiento de las buenas prácticas agrícolas o de post cosecha.