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Los meses de julio y agosto son aquellos donde el cultivo de pimiento puede comenzar a sembrarse, con la preparación de los almácigos para la producción de plantines. En nuestro país el cultivo de pimiento se encuentra repartido en varias zonas del país, concentrando su producción en el litoral argentino donde la principal provincia productora es Corrientes. Sin embargo, también existe una importante producción de este cultivo en los cordones hortícolas de la provincia de Buenos Aires.

El cultivo de pimiento se desarrolla adecuadamente con temperaturas medias entre 18 y 22ºC. Más favorable aun, cuando durante el día las temperaturas rondan los 20-25ºC, mientras que por la noche descienden a 16-18ºC. Una gran diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas puede provocar problemas, especialmente en el desarrollo de las flores. Por otro lado, temperaturas muy altas pueden provocar caída de flores y frutos. Es un cultivo muy sensible al frio, retardando su crecimiento por debajo de los 15ºC y siendo muy sensible a las heladas. Su siembra en lugares con temperaturas muy bajas generará plantas pequeñas con frutos pequeños y deformados. Es por este motivo, que en muchas zonas de nuestro país, principalmente en los cordones hortícolas de Buenos Aires, la producción se realiza bajo cubierta a fin de protegerlo de las temperaturas frescas de la noche y de las heladas tardías, frecuentes en la zona.

Al momento de sembrar el cultivo es importante la orientación del lote. El pimiento precisa de una alta exposición a la luz a fin de lograr buenos rendimientos; especialmente durante el principio del cultivo, así como durante la floración.

En cuanto al suelo, requiere de un pH neutro, entre 6,5 y 7. Suelos profundos, ricos en materia orgánica y en nitrógeno pero ligeramente arenosos son los ideales para este cultivo. Suelos muy pesados, con demasiada proporción de arcilla podrían generar anegamientos indeseados aumentando la posibilidad de sufrir enfermedades.

Al momento de controlar las adversidades que afectan a este cultivo durante su primera etapa, los primeros cuidados deben comenzar con la elección de la semilla. Eligiendo una semilla fiscalizada, correctamente tratada y el sustrato adecuado para la siembra. Este cultivo, al igual que el tomate se realiza mediante trasplantes. Los almácigos pueden realizarse de distintas formas, tanto en el suelo como en sistemas de almácigos flotantes, sobre bandejas. Aproximadamente 60 días posteriores a la siembra, los plantines podrán ser trasladados al lote (a campo o bajo cubierta) donde finalmente crecerá. En este período de plántula es importante estar atentos a síntomas de Dumping Off. Esta enfermedad es causada por hongos del suelo como Rhizoctonia solani y Oornycetes como varias especies de Pythium y de Phytophthora. Asimismo, fallas en el manejo generando riegos excesivos, puede provocar asfixias en raíces y una mayor susceptibilidad de la planta a sufrir este tipo de enfermedades. La incidencia de esta enfermedad cobra importancia cuando el sustrato utilizado no es el correcto o cuando no se ha realizado un adecuado control del suelo. Cuando los casos son muy extremos es posible que ciertos plantines no se recuperen pero es importante no utilizar este sustrato para otros plantines y desechar el mismo a fin de evitar que la enfermedad continúe propagándose. Cuando en una campaña se haya detectado síntomas severos de esta enfermedad, se recomienda realizar tratamientos de suelo. En la zona del litoral argentino se dan condiciones geográficas propicias para aplicar la técnica física de desinfección de suelo por solarización. Esta consiste en preparar el suelo a desinfectar roturándolo, incorporando estiércol y desmenuzándolo; de manera de reducir al mínimo el tamaño de las partículas lo que permite mejor calentamiento. Una vez listo se deberá regar logrando capacidad de campo hasta por lo menos 0,40 m de profundidad. Luego se cubre con una película de polietileno cristal y se mantiene 6 semanas en el período más soleado del año como son los meses de diciembre, enero y febrero. La energía solar permite que se produzca un calentamiento en las partículas de suelo, que logra eliminar malezas y patógenos. Obteniendo así un sustrato adecuado para la siembra del cultivo.

Asimismo, también se recomienda la aplicación de fungicidas para evitar la incidencia de síntomas de pudrición de raíces como de tallos durante el crecimiento del cultivo. Al momento de realizar una aplicación, es importante que la etiqueta del producto se lea detenidamente, conociendo el equipo de protección personal adecuado a utilizar, principalmente cuando las aplicaciones se realicen bajo invernadero y las dosis adecuadas del producto a utilizar.

Por último, al momento de realizar el trasplante es importante el tutorado de las plantas ya que, en las primeras etapas, la debilidad del tallo puede generar plantas caídas, si no se cuenta con una guía que permita que la planta crezca de manera recta hasta que el tallo se encuentre lo suficientemente rígido para mantenerse en verticalidad.

Cuando se decida realizar el control químico, la decisión deberá estar acompañada de la recomendación de un profesional idóneo, junto con la receta fitosanitaria, quien asesore al respecto del momento y producto para realizar la aplicación. En todos los casos la aplicación deberá realizarse de manera responsable, respetando las condiciones climáticas correctas para llevarla a cabo, utilizando el equipo de protección personal adecuado y siguiendo las indicaciones que indique la etiqueta del producto a utilizar a fin de poder realizar un control eficaz pero seguro.