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Por el Ing. Agr. Federico Elorza

Coordinador de Gestión Sustentable de Casafe

La agricultura argentina es innovadora y se caracteriza por la rápida adopción de tecnologías, a cargo de sus protagonistas: los productores agropecuarios. Del otro lado de la cadena, está la industria de fitosanitarios – entre otras – que desarrolla e investiga nuevos ingredientes activos y formulaciones, métodos de aplicación más eficientes, tecnologías de liberación controlada, así como mejoras en la seguridad de los productos y en la protección del ambiente. Dentro de esta batería de herramientas encontramos soluciones biológicas para el control de adversidades.

Los productos biológicos o bioinsumos de uso agropecuario son sustancias de origen biológico o natural, como por ejemplo hongos, bacterias, virus, ácaros o extractos de plantas. Sirven para mejorar la productividad de los cultivos y pueden clasificarse en 3 grandes grupos: como Biofertilizantes, Bioestimulantes y productos biológicos de control o productos de Biocontrol.

Los biofertilizantes son productos naturales que contienen microorganismos beneficiosos para las plantas, ayudando a mejorar su crecimiento y nutrición. Los inoculantes son los más conocidos y representan el mayor porcentaje del mercado, alcanzando a casi el 65% de los bioinsumos comercializados en Argentina.

Cuando necesitamos estimular el crecimiento, desarrollo y resistencia de las plantas, mejorando su rendimiento y salud contamos con los bioestimulantes. Tienen como objetivo principal mejorar la eficiencia fisiológica de los cultivos, brindar tolerancia al estrés que pueden generar factores externos y/o características de calidad del cultivo. No están destinadas al control de enfermedades o insectos. Entre estos se destacan los reguladores de crecimiento (PGR, por sus siglas en ingles), ácidos orgánicos o aminoácidos, entre otros. Los bioestimulantes representan alrededor del 10% del mercado argentino de bioinsumos.

Por último, están los productos de Biocontrol, que pueden actuar de forma directa o indirecta, para controlar poblaciones de plagas. En el primer grupo, encontramos a los agentes de control, que pueden ser de origen microbiológico, como bacterias, hongos o virus; o macrobiológicos, es decir, insectos. En el grupo de los indirectos, se destacan las feromonas (Semioquímicos) y los bioquímicos, como los fitorreguladores o algunos promotores de crecimiento. Los productos de control biológico representan alrededor del 14% del mercado y son los que están mostrando una mayor tasa de crecimiento. Se detecta una gran cantidad de desarrollos e investigación en proceso, centradas en bioinsecticidas y en biofungicidas. Respecto de los bioherbicidas, hay una menor representatividad debido a la complejidad de su desarrollo en cuanto a la especificidad para las malezas.

Desterremos mitos

Muchas veces, escuchamos afirmaciones sobre los bioinsumos relacionadas a su inocuidad, eficiencia o incompatibilidad con otros productos. Repasemos uno a uno.

En cuanto a la inocuidad, no existen sustancias inocuas. Si bien los bioinsumos tienen una clasificación toxicológica de las más bajas (banda verde o clasificación toxicológica IV), pueden generar riesgos si no se usan adecuadamente. La aplicación de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) es la clave para que su uso sea seguro para las personas y para el ambiente, y sostenible en el tiempo. La forma en que los utilicemos, bajo las recomendaciones de las etiquetas y de los profesionales asesores, es lo que hará que sean eficaces en el corto y largo plazo.

Respecto de su efectividad, los bioinsumos son tan eficientes como los fitosanitarios de origen químico. Deben manipularse, acopiarse y utilizarse de manera adecuada, en condiciones de temperatura y humedad específicas, según el bioinsumo. Esto es clave, ya que estamos trabajando con organismos vivos -o con productos producidos por estos-, que tienen una sensibilidad distinta a otros tipos de productos o factores. Los productos biológicos son desarrollados para ser muy específicos y solo deben utilizarse para la plaga adecuada que se quiera controlar.

Por último, hablemos de su compatibilidad con otros productos. En muchas ocasiones se plantea el crecimiento de los biológicos como un reemplazo de otras soluciones tecnológicas. Sin embargo, no sería responsable realizar esta afirmación. Los bioinsumos son una herramienta innovadora que se complementa con las tecnologías de síntesis química de manera exitosa y altamente eficaz. Por ejemplo, algunos fungicidas químicos eliminan patógenos en las semillas que pueden competir con los microorganismos de los bioinsumos. De esta manera, la combinación de los productos químico y biológico le brinda a la semilla mayor vigor, mejorando el crecimiento de la planta y potenciando el accionar de cada uno.

La innovación en la industria de los fitosanitarios es muy amplia. Los bioinsumos son una de las tecnologías que más ha crecido en este último tiempo, debido a su efectividad y alta complementariedad con otros productos. Incorporar este tipo de herramientas significa más alternativas tecnológicas para quienes producen. Incorporemos nuevas soluciones, impulsemos la diversidad en la producción.