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Para poder disfrutar del mate en casa o en el trabajo, miles de productores trabajan en sus chacras, alcanzando una superficie de 165.326 ha de yerba mate cultivada en la Argentina. El 90% proviene de la provincia de Misiones y el 10% restante de Corrientes. Aunque pueden verse arbustos de yerba mate de unos pocos metros, conformando los yerbatales, la Ilex paraguariensis, -tal su nombre botánico en estado natural es un árbol que puede alcanzar entre 12 a 16 metros de altura. 

Para iniciar el cultivo se parte de los plantines, que se pueden obtener de plantas madres provenientes de la clonación o bien de la recolección y germinación de frutos. “Sobre la base del trabajo de investigación de muchos años, se están analizando los datos recolectados, a fin de seleccionar los mejores clones, que serán utilizados en los huertos semilleros que el INTA posee”, explica el Ing. Agr. Oscar Burtnik, referente de la Estación Experimental Cerro Azul que el INTA tiene en la Provincia de Misiones.

Una vez comenzada la germinación, pasados los 100 días, las pequeñas plántulas serán susceptibles al ataque de los organismos patógenos del “damping off”, enfermedad causada por un complejo de hongos del suelo, entre los cuales se encuentran Fusarium sp, Rhyzoctonia sp y Pyhtium sp, entre otras, presentando una lesión a la altura del cuello de la plántula. Antes de hacer un control preventivo en el almácigo con un fitosanitario hay que leer el marbete siguiendo sus indicaciones. Por ejemplo, la dosis recomendada y frecuencia de aplicación. Para el control de estos hongos, se recomienda realizar los tratamientos con un intervalo de entre 10 y 15 días, rotando los modos de acción para retrasar la aparición de resistencias. 

 

Sanidad del cultivo

Un correcto manejo de la plantación implica respetar los parámetros de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), considerando como primera instancia el manejo integrado de plagas. Las BPA son vitales en zonas productoras de yerba mate para que la producción sea sustentable. Y esas buenas prácticas en este cultivo apuntan a tres aspectos distintos, pero igualmente importantes: la conservación del suelo, la realización de podas racionales que garanticen una planta saludable y el conocimiento de las adversidades que puede enfrentar la planta, realizando un monitoreo periódico en los lotes en busca de la presencia de diferentes organismos que podrían ser perjudiciales como también benéficos, dentro de un ecosistema balanceado. 

Cuando se toma la decisión de controlar enfermedades, insectos o malezas con fitosanitarios, siempre deben usarse equipos de protección personal en todas las etapas de la operación. Durante la preparación del caldo, al realizar la aplicación y al finalizar la tarea, cuando se lava la maquina pulverizadora. Es muy importante la correcta calibración y regulación de la pulverizadora, sea esta una mochila, de arrastre o autopropulsada, para conocer el tamaño y cantidad de gotas/cm2 necesarias y el volumen de agua por hectárea que servirá como vehículo para que, diluido en esta, el fitosanitario llegue a todo el cultivo de forma homogénea y en la dosificación recomendada por el marbete del producto. Por último, es igualmente importante almacenar adecuadamente los envases vacíos de los fitosanitarios haciendo el correspondiente triple lavado o lavado a presión, según la norma IRAM 12.069 y perforándolos luego, de manera que no puedan ser reutilizados. 

La yerba mate presenta cuatro principales insectos plaga. El psílido de la yerba mate (Gyropsylla spegazziniana), comúnmente conocido como rulo, el taladro grande o tigre de la yerba mate (Hedyphates betulinus), el marandová de la yerba mate (perigonia lusca), y los ácaros, como el ácaro del bronceado de la yerba mate (Dichopelnus notus). Los principales ataques de estas enfermedades e insectos se dan en primavera. De todos ellos, el más frecuente y estable, en cuanto a su incidencia, es el psílido, que se manifiesta en los brotes u hojas jóvenes, por un pliegue de ellas debido a la inyección, por parte de las hembras, de una fitotoxina al momento de poner sus huevos. Si deben usarse fitosanitarios, hay que asegurarse que sean productos registrados en el Senasa, y que se encuentren en su envase y etiqueta original. Es conveniente que su aplicación se realice durante la primavera, cuando el umbral de daño se encuentra en más de 120 individuos cada 20 golpes a brotes. 

Hace unos cinco años tomó una mayor relevancia la enfermedad conocida como el “mal de la tela”, causado por el hongo Ceratobasidium niltonsouzanum, la cual aparece con elevada humedad y temperatura desde la zona media de la planta y va ascendiendo. Sus síntomas característicos son hojas, tallos y ramas secas, y se pueden ver hojas colgando de una hilacha o tela marrón. “Los primeros lotes afectados se detectaron al norte de Misiones, en la localidad de Andresito, y se creía que solo estaba presente en esa zona de la provincia, pero a través de la red de monitoreos hemos detectado dos casos en Leandro N. Alem, que se encuentra al sur de la provincia” expresa Burtnik. La recomendación para su control es podar las ramas afectadas unos 10 cm por debajo de la zona afectada. En el momento de la cosecha hay que comenzar por las plantas sanas y finalizar por las afectadas, desinfectando luego las tijeras y serruchos. 


La cosecha

La temporada de cosecha se inicia en abril y finaliza en septiembre. Existen dos técnicas para esta tarea. La más generalizada es la manual, en la que el cosechero corta las ramas de la planta con tijeras o serruchos, según sean ramas finas o gruesas. También existe un sistema de cosecha mecánica, que utiliza cosechadoras que trabajan en altura pasando por arriba de los cultivos, dejando un corte en forma de mesa, en donde todas las plantas quedan cortadas al mismo nivel.

La planta de yerba mate es muy longeva, conociéndose yerbales con plantas de más de 80 años, aunque la edad límite ideal para la producción es de 30 años. Para esto, es recomendable una poda de rejuvenecimiento cada 15 años, cuidar la sanidad de las plantas desde sus comienzos, pero siempre implementando las BPA y el uso responsable de los fitosanitarios, de manera tal de producir un alimento inocuo, sin generar problemas al ambiente ni a las personas que producen el alimento con el que muchos argentinos disfrutan de tomar mate.