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El 4 de julio se conmemoró el Día Nacional del Médico Rural. Y sin dudas, en este contexto de la pandemia de coronavirus que afectó al mundo entero, es más que elocuente darle a “estos héroes anónimos” una palmada en el corazón. Todos con diferentes realidades sociales y económicas, pero con el mismo objetivo. 

Anónimos porque se escudan en su profesionalismo y su vocación para salvar a las personas, tanto de las ciudades como de la ruralidad. Pero hubo uno que rompió el anonimato y es por la conmemoración de su nacimiento que se celebra el día del Médico Rural.

Hablamos de Esteban Laureano Maradona, quien nació precisamente el 4 de julio de 1895 en Esperanza, provincia de Santa Fe, y fue conocido como ‘Doctorcito Dios’, recordado por ejercer la medicina en las comunidades indígenas sin cobrar por su trabajo y promover la cultura nativa por Argentina.

Dedicó 51 años de su vida para ayudar a los indígenas y a difundir el conocimiento de esta comunidad. Realizó una investigación sobre la vida, cultura, así como de la fauna y flora de la comunidad nativa. Además usó su dinero y conocimiento para hacer avanzar a este pueblo y aumentar su calidad de vida. Les enseñó a cultivar, a construir viviendas más estables, mejoró las comunicaciones en Estanislao del Campo y formó una escuela rural.

Maradona será recordado porque trascendió con su obra, pero hay también en estos tiempos este tipo de “gladiadores” distribuidos por la Argentina. Uno es Mario Alberto Bencivenga, quien es médico generalista y familiar y desarrolla su labor en Calafate, en la provincia de Santa Cruz, bien al sur del país. 

Se instaló allá hace 10 años luego de su paso como profesional en el Departamento de Cruz del Eje, en Córdoba, y hace 3 años que está a cargo de la Unidad Comunitario de Salud Familiar Dr. José Formenti.

Según comentó, estas salidas hacia las estancias rurales comenzaron en 2009 en el contexto de la gripe A. Se dirigen tres veces por año, puntualmente en marzo, agosto y diciembre cuando son épocas de esquila de corderos (principal actividad productiva) pero remarcó que en 2020 no pueden hacer este recorrido por la pandemia del coronavirus ya que buscan cuidar a las personas del campo del peligro de exponerlos con la gente de la ciudad.

“Hacemos exámenes de salud a los peones, pero también verificamos las condiciones habitacionales, como la accesibilidad a servicios básicos. Aquí las condiciones son aceptables porque tienen comodidades, por ahí es muy diferente a lo que sucede en otras zonas”, indicó aclarando que no sólo se dirige un médico, sino que es un equipo interdisciplinario.

“Se fue perfeccionado porque al principio solo iba el enfermero y el chofer de la ambulancia, luego se fue sumando un médico y el servicio social”, explicó.

Según graficó, la principal diferencia entre la gente de la ciudad con la rural es la accesibilidad a la salud por las distancias que existen, por las adversidades climáticas y los caminos rurales. Mario remarcó que ellos van a buscar a los peones rurales para controlarlos porque si no, no llegan a los hospitales. “Salimos muy temprano por la mañana, alrededor de las 6.30 y regresamos a las 9 de la noche. Se hace toda la semana completa y alcanzamos a cubrir entre 50 y 60 estancias”, describió.   

Mario sostuvo que hoy la figura de médico rural fue perdiendo relevancia por el éxodo de las comunidades a las grandes ciudades (Según el Censo Nacional Agropecuario 2018 se constató la pérdida de 82.652 explotaciones) la mejora de las comunicaciones y la falta de profesionales dedicados, pero su labor sigue siendo fundamental para ofrecer asistencia sanitaria a poblaciones aisladas.

“Para a ser médico rural te tiene que nacer. Es un trabajo arduo y trabajar en la parte comunitaria, no es fácil”, argumentó.

Distinta es la situación en otras regiones del país, principalmente en Chaco, en la cual se agudizan las condiciones sociales y económicas. Por eso, la ayuda es bien valedera, como es la iniciativa “La Chata Solidaria” que se dirigen hacia El Impenetrable chaqueño, a pesar de ser una zona topográfica de imposible acceso, y en una situación difícil: no hay acceso al agua potable, alimentos ni atención médica y muchas personas, en especial niños, sufren de desnutrición u otras enfermedades. Más allá de llevar comida y abrigo y mejora edilicias, brindan en los parajes, en colaboración con profesionales voluntarios, atención médica y medicamentos básicos.

En este mes del médico rural, celebramos y saludamos a todos los profesionales que velan por la salud de los pueblos rurales, sin importar las distancias y las condiciones.