Existen diversas plagas que pueden generar pérdidas de rendimiento en nuestros cultivos. Algunas afectan al inicio del cultivo como las orugas cortadoras o el pulgón verde en trigo. Otras afectan durante todo el período de desarrollo del mismo, como plagas defoliadoras que disminuyen el área foliar, minimizando la cantidad de radiación interceptada; fuente principal de energía de los cultivos. En otros casos, plagas como chinches en soja en períodos de llenado de granos, pueden afectar no solo el rendimiento, sino también, la calidad del grano cosechado. Para poder minimizar los efectos que causan las diferentes plagas contamos, entre otras herramientas, como el control biológico o la utilización de diversos genotipos, con insecticidas. Estos productos, ya sean químicos o biológicos permiten, utilizados correctamente, minimizar el efecto de la plaga sobre el cultivo de una manera segura.
Existe un amplio abanico de posibilidades al momento de seleccionar el insecticida que utilizaremos, por lo cual es indispensable, en primer lugar, contar con la ayuda de un profesional agrónomo que nos asesore al respecto. Los insecticidas, al igual que los herbicidas, son clasificados según el lugar donde ejercen la acción de control dentro de la planta. Esta definición clasifica a los insecticidas de acuerdo a su “modo de acción”.
En el mercado existen muchas moléculas que intervienen de manera diferente en la plaga que queremos controlar. Los modos de acción de los insecticidas han sido clasificados por el Comité de acción de resistencia a los insecticidas (IRAC por sus siglas en inglés, que es la traducción de Insecticide Resistance Action Comittee) en 29 categorías, de las cuales cada una afecta un mecanismo diferente de la plaga. Este grupo trabaja a nivel internacional, representado por IRAC International, y por grupos formados en distintos países, como en Argentina, donde funciona el grupo IRAC Argentina y se dedica a la prevención en la aparición de resistencias en las plagas, a través del uso responsable de los insecticidas.
Modos de acción
En cuanto a los modos de acción, pueden diferenciarse grandes grupos que afectan de maneras similares. Algunos afectan los sistemas musculares y nerviosos, otros los diferentes mecanismos de crecimiento de las plagas. También se encuentran moléculas que afectan el sistema respiratorio y el sistema digestivo.
Al momento de seleccionar un insecticida, es imprescindible que conozcamos las diferentes posibilidades de modos de acción que existen. Este punto es de particular importancia ya que la utilización de un mismo modo de acción, en sucesivas aplicaciones, podría generar y/o acelerar la aparición de resistencia.
La resistencia ocurre generalmente cuando las dosis aplicadas no son las correctas o cuando se genera un uso excesivo de un único modo de acción. Dosis menores a las recomendadas en la etiqueta de los productos pueden generar que ciertos individuos de la plaga logren subsistir al control, generando resistencia e inutilizando así, la tecnología para futuras aplicaciones.
Otras características
Los insecticidas pueden diferenciarse de acuerdo a la forma en la que interceptan el objetivo, es decir, la plaga.
Por un lado existen insecticidas “de contacto”. Estos afectan a los individuos de la plaga cuando toman contacto directo con ellos. Por otro lado, existen también insecticidas sistémicos; estos a diferencia de los anteriores, logran penetrar en la planta por lo cual al momento que el individuo ingiera una parte de ella, el mismo comenzará a funcionar. Conocer estas formas de acción nos permitirá tomar decisiones al momento de aplicar el insecticida.
Debido a que los insecticidas de contacto precisan llegar directamente a la plaga será necesaria una mayor cantidad de gotas al momento de aplicar el producto, ya que precisará de una mayor cobertura. Por el contrario, los insecticidas sistémicos podrán aplicarse utilizando un menor número de gotas, ya que lo que se precisa es que las mismas puedan llegar al cultivo y no específicamente a la plaga. En general se recomiendan coberturas de 50-70 gotas/m2 en el caso de insecticidas de contacto contra 20-30 gotas/m2 utilizando insecticidas sistémicos.
El mercado ofrece una gran cantidad de opciones, sin embargo para poder lograr una aplicación eficaz y minimizar la incidencia de la plaga es indispensable que conozcamos estas diferentes opciones y la forma en que actúan. En la práctica, las rotaciones de compuestos con diferentes grupos de modos de acción constituyen una recomendación sostenible y eficaz en el manejo de las plagas.
El modo de acción de cada producto está indicado en las etiquetas de los productos, por lo que leer las etiquetas de los mismos y asesorarnos junto a un profesional idóneo nos permitirá conocer las opciones que tenemos para seleccionar la mejor opción de acuerdo a la plaga que queramos controlar, el modo de acción a utilizar y el mecanismo de acción del producto; asegurándonos así un control eficaz y responsable.